Este sábado 28 de septiembre fue un día muy especial para mí. Salí corriendo del trabajo a las 14h, justo después de terminar mi jornada en el campo de golf, para embarcarme en una pequeña aventura: cruzar Madrid de punta a punta, solo para ver un poco de buen golf.

Y es que, cuando la pasión llama, no hay cansancio que valga 😜

El destino era el Open de España, un evento que no podía perderme. Aunque llegué un poco tarde para ver a uno de mis favoritos, Tyrrell Hatton, sí tuve la suerte de ver en acción a dos gigantes del golf: Tommy Fleetwood y Jon Rahm.

No era la primera vez que los veía jugar, ya que el año pasado tuve la increíble oportunidad de asistir a la Ryder Cup. (Por cierto, ¿os interesaría que escribiera sobre mi experiencia en la Ryder? ¡Tengo mucho que contar!😍😍)

Pero lo que realmente hizo especial esta tarde no fue solo la oportunidad de ver a dos de los mejores golfistas del mundo.

Esta vez, no estaba sola. Estaba acompañada de alguien muy importante para mí: mi sobrina de 3 años. (Y mi hermano… que luego es un envidioso y dice que no le nombro 🤣)

Aunque no tiene ni idea de lo que significa un «birdie» o un «par», ver sus ojitos llenos de curiosidad mientras Rahm se preparaba para su swing me hizo pensar… ¿Será que de mayor seguirá estos pasos y se convertirá en una gran golfista? 🏌‍♀️

Quién sabe. Lo que sí sé es que hoy, compartimos una pasión, una ilusión. Y en el mundo del golf, eso es más que suficiente.

Subiría 237 fotos… pero creo que las que he seleccionado son el mejor recuerdo!